Creo que culturalmente tenemos un déficit respecto cómo administrar nuestro dinero. Aunado a ello, quienes intentamos administrarnos somos juzgados de codos y demás, hecho que en lo personal considero un acto de violencia económica, puesto que no estamos obligados a dar explicaciones del por qué o cómo administramos nuestros recursos; asimismo, las brechas salariales son varias y los ingresos indistintos, y nuestras necesidades personales también.
¿O será tal vez que privilegiamos las apariencias? Hace algunas semanas asistí al lanzamiento de una consultora financiera. Nos explicaron que más del 81% de los millennials tiene una deuda a largo plazo en su tarjeta de crédito. Es decir, nos endeudamos antes de ahorrar, y ni qué decir de invertir. ¿Tú de qué lado estás?: ¿te preocupas juzgando o te ocupas ahorrando e invirtiendo?
El transporte es una de las necesidades en las que más dinero gastamos, más aun si te movilizas en auto. En enero publiqué en mi blog un reportaje sobre ello (“Al trabajo en bici CDMX”), donde una de las ideas principales fue que un capitalino invierte hasta el 27 % de su salario en trasladarse al trabajo en coche, básicamente por los gatos derivados de estacionamiento, gasolina y mantenimiento del mismo –sin evaluar el sedentarismo que eso conlleva.
Tal vez una solución para ciertos trayectos o momentos de nuestra rutina sea desplazarnos en bici. De hecho, 50 % de los viajes que se realizan en la CDMX son de menos de 8 kilómetros; es decir, no son distancias que demanden gran esfuerzo y que se podrían cubrir en un trayecto de entre 30 y 40 minutos. En mi caso, pedalear al trabajo en bici me representa 8 kilómetros, y de 35 a 45 minutos, según la dificultad del tránsito.
¿Cómo elegir una bici que además de todo sea buena y económica? Antes que nada, primero, no compres una bici usada, y mucho menos si esta no cuenta con factura, pues sólo contribuirías a alimentar el mercado negro (#NoCompresBicisRobadas). Segundo: define con qué objetivo usarás tu bici y tu presupuesto –tal vez la quieras para ir al trabajo o sólo prefieras algo bonito con qué pedalear los domingos, o puede ser que quieras hacer deporte.
Tercero: antes de pararte en una tienda y una vez que hayas definido para qué quieres una bici, navega en Internet y visualiza opciones. Cuarto: cuando ya estés cerca de comprarla, asegúrate de que la bicicleta sea de tu talla. Explícale al comprador con qué finalidad utilizarás la bici y cuáles son tus necesidades. No te quedes con dudas, hay componentes que no sabemos para qué sirven aunque son importantes, como el tipo de frenos.
Sé que lo anterior podría leerse muy banal, sin embargo es la forma resumida que se me ocurre de explicarte cómo seleccionar adecuadamente tu bici. Por ejemplo, la bicicleta con la que voy al trabajo en es híbrida, es decir, me sirve para pedalear en la ciudad y en la montaña; tiene unas llantas con buen agarre, suspensiones y cambios de velocidades. Es de aluminio, porque este metal es mucho menos pesado que el acero, y así puedo cargarla yo sola.
Y ojo, sin importar el tipo de bici que selecciones, por favor recuerda comprar un buen candando (a mí me robaron una bici y no deseo que pases por eso). También te sugiero comprar un buen casco; no es obligatorio, pero podrías prevenir un traumatismo craneoencefálico. Tampoco olvides las luces (una roja trasera y una blanca delantera). Otros tips básicos serían cargar bomba, un kit para parchar y hasta una cámara para llanta extra. ¿Y una campanita?
Elizabeth Santana es Periodista. Autora de Rodada 2.0, marca que celebra la inclusión de la bici como estilo de vida en todas sus modalidades.
@Rodada2Punto0