Se supone que en psicología la resiliencia es la capacidad de sobreponernos y adaptarnos positivamente a la adversidad. De acuerdo con varios psicólogos, repetir una actividad durante 21 días nos ayuda a formar un hábito. Entonces, involucrar nuevos hábitos en nuestra rutina nos puede ayudar a ser resilientes. Más aún si la práctica tiene que ver con una actividad física, por la cantidad de endorfinas que liberamos e inundan nuestro cuerpo con una sensación de plenitud.
Muchas veces planteamos escenarios catastróficos para hablar de resiliencia; sin embargo, en varias ocasiones la batalla está en la vida diaria, desde que te levantas, te vas a lavar la boca y te miras de frente al espejo. Por lo menos, a veces así se me ha ocurrido al pasar por una mala racha, si tengo cólicos y no me siento bonita, o cuando eventualmente me inscribía a gimnasios y los entrenadores “me sugerían” comprar proteína con el fin de cambiar el volumen de mi cuerpo.
La presión que vivimos las mujeres a diario también requiere resiliencia. Para mí, ser resiliente y tener autoestima o amor propio son equivalentes. Y por ello, más temprano que tarde, siempre termino abandonando los gimnasios que se empeñan en querer transformar mi cuerpo según la imagen de lo que ellos consideran que es lo correcto. Desde mi punto de vista, pierden el foco de lo que significa ejercitarse, y por ello elijo lo fitness, en la acepción de preferir mi bienestar y salud física.
Creo que a muy pocas personas les enseñaron que para la autorrealización debe existir una cultura enfocada en el autocuidado, que nos lleve al bienestar y a la felicidad, porque cuidarnos a nosotros mismos significa ser responsables de nuestra salud. Incluso es algo que el Workplace Wellness Council-Mexico o Consejo Empresarial de Salud y Bienestar se ha encargado de publicitar durante los últimos días. En este sentido, tal vez a muchos nos faltó o falta alfabetización emocional.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante el 2020 la depresión será una de las principales causas de discapacidad en países en desarrollo como México. Entonces, tal vez con un poco o mucho amor propio, sumado a hábitos saludables que repercutan en nuestro bienestar, podríamos ser resilientes; y comer sano y movilizarnos en bici serían sólo algunas actividades que podríamos implementar en nuestra vida diaria.
En los últimos días los medios de comunicación no pararon de mencionar cómo la marca H&M decidió dejar de utilizar Photoshop en las fotos de las modelos de su catalogo actual, algo así como mujeres reales con estrías. En contraste, un sitio web dibujaba una tétrica escena: “dismorfia Snapchat”, una enfermedad que, explicaba, se trata de un tipo de trastorno dismórfico corporal (TDC) basado en el deseo de parecerte a tus selfies con filtro.
Esto me llevo a reconsiderar qué tipo de fotos posteo en Instagram y las etiquetas que utilizo; descubrí que #skinnygirl me llevaba a un baúl sin fondo de chicas que celebran la bulimia y anorexia, y enseguida la borré. En cambio, coloqué una que decía #selflove. Sé que mucha gente se ríe de los mensajes de autoayuda, pero si pasamos tanto tiempo en la red, tal vez no sobra poner de moda el amor propio.
Hace poco, una marca que admiro me invitó a crear un video para presentarme y explicar por qué me gustaría que más mujeres anduvieran en bici. Mi respuesta fue muy clara: les platiqué que en lo personal movilizarme en bicicleta me vistió de autonomía y fortaleció mi autoestima, y por ende, eso me llevó a sentirme aún más conforme con mi cuerpo. Y sí, me gustaría que más chicas se subieran a una bici.
*Periodista. Autora de Rodada 2.0, marca que celebra la inclusión de la bici como estilo de vida en todas sus modalidades.
@Rodada2Punto0