Todos hemos tenido días malos y día buenos. Si toca recibir un pago es un día bueno, aunque cuando te cae un dinero que no esperabas es mucho mejor. Todos los años hay una fecha especial en la que los mexicanos que se han portado bien esperan recibir un regalo por su esfuerzo; en cambio, otros no pueden dormir esa noche y constantemente están en espera de lo que pueda suceder. No, no estoy hablando de Navidad, sino de la declaración anual.
Todos los años, poco a poco empieza a crecer la base de mexicanos que presentan su declaración anual voluntaria incluso si no tienen que hacerlo, y disfrutan cada vez más de la devolución de impuestos.
Pensemos que del 2010 al 2011 creció 3 % el número de personas físicas que presentó su declaración, y en los años siguientes a tasas de dos dígitos, entre un 10 y un 12 % cada año hasta llegar al 2017 a un crecimiento del 18 por ciento. Por interesante que suene la cifra, sólo 7.4 millones de mexicanos de 54 millones de la PEA presentan su declaración anual, es decir, un 13 % de la población.
Pese a que tiene sus beneficios presentar la declaración anual y ocupar los instrumentos financieros, que son pocos, que se pueden deducir –entre ellos, los gastos médicos mayores, gastos funerarios, intereses reales de créditos hipotecarios y los Planes Personales para el Retiro (PPR)– poco a poco crece el número de mexicanos que utilizan instrumentos de inversión a fin de que aumente su dinero de forma eficiente y tengan un retiro tranquilo, además del beneficio fiscal que les garantiza hasta un 44 % más de su capital.
Como asesor financiero, la primera recomendación que hago a mis clientes es tomar dinero gratis o sobre la mesa. El SAT te da esta posibilidad hasta un tope de 147 000 pesos anuales o 5 UMA (Unidad Media de Actualización). Literalmente es dinero gratis que puedes reinvertir, ocupar con el objetivo de pagar la hipoteca de tu casa o una forma de ahorrar el 70 % teniendo un beneficio del 100 % del capital que decidas invertir para tu futuro. Pero el año pasado, el SAT hizo un cambio en la facturación y pareciera no avisó a ninguna institución financiera.
Usualmente el proceso es muy sencillo: el contribuyente entra a su página –ya viene todo precargado–, la página hace el cálculo y de inmediato le dice cuánto tiene a favor y dónde le van a depositar. Este año ninguna institución financiera que tiene PPR que están sustentados en el artículo 151 de la Ley del Impuesto sobre la Renta, fracción V, emitió o timbró los PPR, la razón que dan las instituciones es la falta de continuidad de un 2.0 a un 3.0 en una factura que se tendría que emitir una sola al final del año. Decidieron emitir cartas con firmas de los directores generales y directores de finanzas.
De entrada, los contadores no tenían ni idea del cambio, por ello saltaron a pelear contra las instituciones financieras. Miles de contribuyentes tuvieron que recibir instructivos de parte de sus respectivas instituciones para poder hacer sus devoluciones. Pareciera una ruleta rusa dado que muchos recibieron una respuesta positiva, y tuvieron de inmediato su devolución; a otros tantos les solicitaron papeles y desacreditaron las devoluciones. A lo que el SAT lanzó un comunicado en el que decía que, en efecto, ellos cometieron un error, y dieron hasta tres intentos de seguir con complementarias a fin de enmendarlo. De los casi 8 millones de mexicanos que sí presentan su declaración, que un año no tengan devoluciones representa una falla que no tendrían que sufrir. Es necesario que el SAT esté en constante regtech, o regulación en línea, con los cambios tecnológicos para evitar discrepancias como la de este año.
*Asesor financiero especializado en fintech y coaching financiero.
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