Durante mucho tiempo, uno de los principales problemas –si no es que el más apremiante– a los que se enfrentan quienes desean filmar una película documental o de ficción en cualquier formato (corto, medio o largometraje) es el dinero, pues crear cine siempre ha sido algo muy costoso por todo lo que implica su realización, distribución y exhibición. Por muy buena que sea una idea inicial, el primer obstáculo que todo cineasta debe superar es el presupuesto.
Sin embargo, con la llegada de la era digital los costos se han abatido de manera considerable. Pero aun así, rodar una película sigue siendo muy difícil para la mayoría de los jóvenes que sueñan con ver los títulos de sus películas en las marquesinas.
Ahora bien, ante la falta de presupuestos, algunos creadores celebran la oportunidad que ofrece la democratización de los medios para hacer cine, toda vez que hoy en día con sólo un teléfono celular nuevas voces pueden contar sus historias con menos dinero.
En México, cada vez más hay diferentes convocatorias de encuentros y festivales que están dirigidas expresamente a cortos y largometrajes hechos con smartphones. Uno de los más importantes es el Festival SmartFilms, que luego de tres exitosas ediciones en Colombia, este 2018 se desarrollará también en nuestro país; otro es el Festival de Cine con Medios Alternativos, que apoyó al joven Marcelo Tobar en la realización y difusión de Oso polar –además de ser su ópera prima, es también el primer largometraje profesional realizado totalmente con un celular.
Es importante que haya este tipo de encuentros porque representan ventanas importantes de exhibición, que a su vez amplían la oferta de cine, es decir, los espectadores pueden ver propuestas distintas. Para los creadores independientes, filmar con celular significa dar ese primer paso que necesitan con el fin de mostrarle a todos la visión que tienen del mundo, pues finalmente son contadores de historias y emociones.
Crear una película con un dispositivo móvil permite entrar a lugares a los que no sería posible meterse con una cámara tradicional, ya sea por no intervenir en el ambiente que se pretende capturar, por temor a que se roben el equipo o por lo costoso que es rentar una cámara.
La gente cambia al ver una cámara, las personas saben que las estás filmando, pero cuando entras con un teléfono, no saben que estás haciendo una película, entonces hay una relación distinta con la realidad. Por ejemplo, la Ciudad de México que se observa a través de la película Oso polar no es la que se mira en las películas convencionales.
Esta democratización de las herramientas para los productos audiovisuales muestra nuevas caras, es decir, vemos nuevos cineastas y con ello mayor diversidad de historias.
Seguramente, si Guillermo del Toro, Alfonso Cuarón o Arturo Ripstein tuvieran ahora 20 años, estarían creando películas u otro tipo de productos audiovisuales con cámaras pequeñas o con teléfonos celulares.
Resulta impresionante la maravilla que es tener un iPhone y grabar en 4K; además, al pasarla a la pantalla de cine no se notará que la película fue hecha con un celular. Después de todo, una cosa es filmar con cualquier cámara y otra es pensar en cine, porque más que el tamaño con el que se filme, lo que realmente importa es la historia que se cuente. No por tener una cámara más grande y mejor equipada se hará una mejor película.
Hasta el próximo 3 de septiembre, el festival SmartFilms estará recibiendo los cortometrajes realizados con celular en cuatro diferentes categorías (Amateur, Juvenil, Horror y Humor). Los ganadores se darán a conocer del 19 al 21 de octubre. Los premios son muy atractivos, pues van desde su transmisión en Canal 5 y en Canal Golden, hasta cheques por 100 000 pesos.
Visita la página web smartfilms.mx para consultar las bases, y que tengas mucha suerte. Dale rienda suelta a tu talento.
*Periodista especializado en cultura.
@rogersegoviano