Faltan menos de siete días para que una vez más las y los ciudadanos acudamos a las urnas… o no. No podemos engañarnos, el abstencionismo ha sido el verdadero ganador desde hace ya varios sexenios, y esta vez no hay muchos elementos que nos demuestren que ocurrirá algo diferente.
Y que conste que no estamos hablando de una participación consciente en la que la mayoría de las y los votantes acuden a las urnas en masa con el propósito de ejercer su derecho a anular su voto. Hablamos simplemente de que un alto porcentaje de las y los mexicanos en edad de votar eligieron en el pasado simplemente no ir a que les pintaran su dedito de tinta indeleble.
Pero estamos en el 2018, el pasado quedó atrás, ¿te sientes desanimado?, ¿la apatía te invade?, ¿te parece más sexy un domingo de Netflix & chill que formarte para elegir a tus próximos gobernantes? No te culpamos. De hecho debemos confesar que nos sentíamos casi igual, y justo eso fue el resorte que nos impulsó a investigar y tratar de entender por qué nos generaba bostezos deletrear la palabra p-o-l-í-t-i-c-a.
Pues sí, nosotros igual que tú encontramos mucho más emocionante sentarnos en nuestro sofá favorito este próximo 1 de julio para comer palomitas mientras por fin sabemos qué pasó con la mamá de Luismi (no lo niegues, también te mata la angustia); sin embargo, después de investigar un montón con el objetivo de editar esta revista que hoy tienes en las manos, descubrimos varias cosas que queremos compartir contigo.
Primero nos regresamos muchos años con el fin de recordar cómo nuestra maestra de civismo nos explicó alguna vez qué es la democracia y con qué se come. Porque aunque hemos reído con muchos memes en estos últimos meses, lo cierto es que los cuatro protagonistas de esas hilarantes imágenes que invaden nuestro smartphone no son los únicos que importan en las próximas elecciones. Acá te explicamos des-pa-ci-to por qué en un régimen democrático como el que se vive en México sí importa razonar bien los votos para definir a nuestros representantes en el Poder legislativo.
Después nos enteramos de que había un quinto protagonista —y quizá gran ganador— en esta contienda electoral, cuyo poder inusual produce severos daños a la democracia: la desinformación, que ha arrasado en presencia mediática a través de las famosas fake news que nos bombardean a diario. Además investigamos sobre el peso que tienen las redes sociales en las campañas, y hasta analizamos si de verdad el futbol hace o no el trabajo sucio de distraernos en tiempos de elecciones.
Como siempre nos dicen que por ser jóvenes somos desmemoriados, nos dimos a la tarea de juntar algunos antecedentes y hasta de visitar una exposición de objetos que han marcado la historia contemporánea de los procesos electorales mexicanos. Algunos, como el jabón de tocador con la cara de un expresidente, nos hicieron muy amena la tarea.
Pero también nos pusimos serios y después de soplarnos todos los debates habidos y por haber, nos quedaba una espinita que más bien era como estaca de esas que matan vampiros: ¿qué harán los aspirantes con el problema del agua? Así que nos pusimos las pilas para buscar a dos expertas que nos ayudaran a entender mejor por qué parece que nadie entiende bien cómo cumplir la promesa de que todos tengamos agua potable en México.
Como es nuestra costumbre, esta edición está enfocada en contar historias de inspiración como la de Wikipolítica, un movimiento juvenil que nos está demostrando con hechos que sí se puede ir por la vía independiente sin hacer trampas ni gastar millones. Quisimos también ofrecer soluciones a nuestras angustias preelectorales con prácticos consejos y propuestas para que empecemos a participar en política como ciudadanos activos e informados.
Acomoda tu sofá, prepara tus palomitas y disfruta el próximo domingo, pero recuerda que la democracia no se construye el día de la elección, sino a diario, con nuestra participación.