Me genera conflicto que muchas personas relacionen los parques sólo con los niños, y me pregunto si esta apreciación deriva de una nula actividad física o de la falta de espacio público iluminado y seguro. A inicios de diciembre, distintos medios publicaron cifras contundentes: 3 de cada 10 niños tienen sobrepeso, 4 de cada 10 adolescentes también, y 7 de cada 10 adultos lo padecen; ello tanto en hombres como en mujeres y de distintos estratos sociales.
Aunado a lo anterior, y de acuerdo con cifras del Hospital Juárez de México, durante el actual “maratón Guadalupe Reyes” los mexicanos subimos de 3 a 5 kilos. Yo no soy médica, pero vivo rodeada de varios y sé que el sobrepeso es un problema multifactorial; e incluso en las mujeres, muchas veces está relacionado con condiciones de salud hormonal. Sé que es un tema muy delicado, en el que va implícito el derecho a la salud, pero también la responsabilidad individual de salvaguardar nuestro cuerpo.
La obesidad y el sobrepeso están considerados como problemas de salud pública, primero por el impacto que causan en la salud de las personas, segundo por la magnitud del daño que representan, tercero por la cantidad de personas susceptibles a ellos o que ya los padecen. Por ende, es un tema que nos atañe a todas y todos, porque las personas y las instituciones debemos involucrarnos para atacar el problema, desde las políticas públicas a nivel del estado, las instituciones, las empresas y las personas mismas.
Afortunadamente, por primera vez en toda nuestra historia como país México cuenta con una “alerta de emergencia epidemiológica por una enfermedad no transmisible”, así emitió la declaratoria el doctor José Narro, secretario de Salud en noviembre de 2016, puesto que la obesidad y el sobrepeso son enfermedades crónicas. Se supone que estas declaratorias tienen la finalidad de motivar acciones inmediatas, para minimizar o contener un problema, ¿pero qué hace cada quien de manera individual?
Las dietas, como bien me explicó una experta en finanzas, es como imponerte no gastar, pues en la restricción no está la respuesta. En este punto regreso a los parques y los retomo como espacios indispensables para estructurar un estilo de vida y ejercer en ellos actividad física, y no sólo como un espacio en el que juegan los niños, porque tan importante es la recreación y el juego para ellos como para nosotros la salud. ¿Qué pasaría si invirtiéramos los papeles y en vez de preguntar “¿dónde jugarán los niños?” nos cuestionamos quién cuidará y verá por ellos?
En el mejor de los casos, quienes no tenemos hijos ni deseamos tenerlos no nos preocupa del todo este enfoque; sí, aunque suene egoísta, pero es que los parques, como la bici, son entes físicos que ayudan a materializar otros propósitos. Me gustan los parques para ir a caminar, como meta de una pedaleada en picnic, como un espacio bonito dónde romancear, como una sede para cubrirme el sol, como un sitio dónde disfrutar el aroma a tierra mojada, y así, como un sinfín de apreciaciones personales, que estoy segura, otros comparten.
Cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decretó al día 3 de junio como Día Mundial de la Bicicleta, señaló que la bici fomenta el cuidado del entorno social, motiva el consumo local, ayuda a la gestión ambiental, beneficia nuestra salud y a la participación social, por ende es un instrumento de desarrollo para las ciudades sostenibles. En el caso de los parques es similar, porque son sitios que facilitan el recreo y la interacción social, motivando a que las personas caminen, circulen en bici y hasta disminuya la delincuencia.
Sé que nadie puede o debe obligarnos a subirnos a una bicicleta, pero entonces, por amor propio, caminemos al menos 30 minutos al día. Nuestro cuerpo lo agradecerá.
*Periodista. Autora de Rodada 2.0, marca que celebra la inclusión de la bici como estilo de vida en todas sus modalidades.
@Rodada2Punto0