La avaricia, mejor conocida como el amor al dinero, es considerada uno de los siete pecados capitales. Muchas culturas del mundo tienen la creencia de que la avaricia es mala y debería ser evitada.
Sin embargo, también hay una corriente intelectual que dice que es buena para la economía. El economista David Hume decía que es la base de la industria que dirige la “mano invisible”, descubierta por su connacional Adam Smith.
Las posturas opuestas del mercado libre y el capitalismo son lo suficientemente claras. Sin duda, un debate eterno aunque ahora, gracias a las herramientas de la economía del comportamiento o behavioural finance –se refiere a aplicar la psicología a las finanzas o a la economía– es posible tomar partido. Estudios internacionales de investigación aplicada nos sugieren que la avaricia no es buena después de todo. De hecho, puede ser sumamente mala para tu patrimonio.
Los psicólogos ahora tienen una definición del amor por el dinero. Y no tiene nada que ver con la necesidad de este para cumplir metas, pues todos podemos tener este acercamiento. Ellos se refieren a cultivar el amor por el dinero sólo por tenerlo.
Mediante una metodología conocida como ILOMS (Investor Love of Money Scale) en más de 20 países, hicieron una encuesta sobre que tan importante es el dinero para tu autoestima. También probaron cómo responderías ante diversas situaciones financieras, por ejemplo, si el dinero es símbolo de éxito, si hablan mucho al respecto o si quieren ser ricos.
Los resultados fueron claros: mientras más apego emocional tengas al dinero, más propenso serás a cometer errores sobre el mismo. Varios sesgos de comportamiento conducen a los inversionistas a tomar malas decisiones con el dinero. Resulta que la avaricia tiene todos esos prejuicios.
Por ejemplo, los avariciosos tendían a comprar caro y vender barato, a tener tiempos de inversión de muy corto plazo y más hiperactividad con la finalidad de invertir en todo, y hacen mucho trading pagando muchas comisiones con la probabilidad de producir menores retornos que el mercado. Varios de estos comportamientos los podemos ver, por cierto, en cualquier persona fanática de la especulación en las criptomonedas, que no entiende la tecnología detrás, y también en aquellas que creyeron que podían esperar hasta más tarde en la vida para empezar a invertir con vistas a su retiro. En un escenario contrario, los que no son tan apegados al dinero prefieren tener una estrategia de largo plazo dónde invertirlo para un futuro lejano, garantizando así su estabilidad económica (qué ironía, ¿no?).
La avaricia como motor de la economía nos lleva a pensar que podemos hacernos ricos de un momento a otro. En el caso del BMV S&P Index o IPC el año pasado, los profesionales y no profesionales haciendo trading, quedaron con un impresionante 98 % promedio por debajo del mercado. Es decir, no si no huberan hecho nada les habría ido mejor.
La avaricia es el ingrediente de cualquier industria financiera, este comportamiento irracional es lo que lleva a la fortuna de pocos, error de muchos. Aquellos que aman el dinero, pero desconocen cómo cuidarlo de manera sabia son los que crean las oportunidades para los grandes inversionistas que tienen el control de sus emociones, y de hecho mucho menos amor por el dinero del que podríamos imaginar, y justo eso es lo que les permite amasar sus grandes fortunas.
*Asesor financiero especializado en fintech y coaching financiero.
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