De un tiempo a la fecha, las series y programas de cocina han tomado por asalto la televisión. Y como en gustos se rompen géneros, existen todo tipo de propuestas y formatos de entretenimiento culinario para la pantalla chica.
Partamos del hecho de que un programa de cocina suele gustarle a cualquiera, porque no existe nada más noble que la comida. Se puede tratar de un chef famoso que intenta mejorar algún restaurante que no despunta; de un reality de niños que quieren cautivar con sus platillos a un pánel de jueces; hasta uno de alguien que decide salir a las calles más transitadas del planeta para descubrir lo que come la gente común y corriente en los pequeños locales.
Con diferentes propuestas, estilos y presupuestos es como se muestra hoy en día la mayoría de los shows de cocina, y pocas son las cadenas o canales de televisión que les dan la espalda y se niegan a incorporar en sus parrillas de programación el elemento gastronómico. Así, se podría decir que los chefs son las nuevas estrellas de la pantalla chica.
Vale la pena aclarar que los programas de cocina no son un invento reciente, pues surgieron a la par que se desarrolló la televisión en el mundo. En 1946 se iniciaron estas transmisiones, con el programa I Love to Eat, donde el cantante y actor estadounidense James Beard preparaba diferentes platillos frente a la audiencia. El éxito fue inmediato, al grado que Beard abandonó su carrera artística con el fin de convertirse en cocinero. Su incomparable memoria de sabores y su enfoque hacia la economía hogareña desde la cocina hicieron de su programa uno de los más interesantes en los inicios de la televisión. Incluso, su historia dio pie a una obra de teatro.
Sin embargo, la primera gran celebridad de la cocina en la televisión fue Julia Child, una norteamericana apasionada de la cocina francesa. Su primera incursión en la pantalla fue en 1963, en el show The French Chef, al que había sido invitada con el objetivo de presentar su libro Mastering the Art of French Cooking (en español se llama El arte de la cocina francesa). A partir de entonces se convirtió en la conductora estelar. Durante más de una década, Child marcó un hito al traducir la alta cocina a un vocablo popular. Sus recetas iban acompañadas de consejos caseros que hacían más accesibles los alimentos, y la cocina menos complicada. Desde cómo preparar un omelette, hasta los tips para comprar langostas y su forma de comerlas fueron el legado de este émulo gringo de nuestra querida Chepina Peralta.
Hoy en día los héroes de la cocina y las experiencias culinarias son el irascible chef Gordon Ramsey, el pastelero Buddy Valastro, el recién fallecido turista gastronómico Anthony Bourdain, el comediante canadiense James Cunningham –se especializa en perseguir food trucks– y hasta la Madre Flor, esa monja y cocinera amateur ganadora del Master Chef México que con las recetas de sus salsas se metió en el corazón de los mexicanos y conquistó el paladar del exigente chef Benito.
Por otra parte, valdría preguntar: ¿es cultura un plato de lentejas con chorizo? Mientras unos dicen que sí, otros dicen que no, y otros se lo piensan, la gastronomía protagoniza exposiciones, festivales de cine o conciertos, y al mismo tiempo, algunos comedores se llenan de ópera, literatura y reflexiones filosóficas. ¿La gastronomía es cultura? Por supuesto que sí.
Ojalá y algún día el premio Príncipe de Asturias de las Artes recaiga en un cocinero. Después de todo, la vida es como un buen plato de comida, y no hay mejor espectáculo que comer, hacer de comer y ver comer a los demás.
*Periodista especializado en cultura.
@rogersegoviano