Según la Encuesta nacional sobre disponibilidad y uso de tecnologías de la información en los hogares del Inegi, el número de usuarios de Internet creció en 6 millones de personas, mientras que el uso de smartphones aumentó 4.7 millones de personas entre 2016 y 2017. A pesar del auge del acceso al Internet, la brecha digital permanece, ya que en entornos urbanos 71.2 % de la población de seis años es usuaria, mientras que en el sector rural cerca del 60 % manifiesta no tener acceso a la web. Aunque se haya intensificado su acceso, especialmente durante los tres últimos años, es importante recalcar que aproximadamente 1 de cada 2 hogares en México no cuenta con servicios de acceso a Internet.
Uno de los mandamientos de la educación pública y del papel del Estado en una democracia social progresista es la movilidad social a través del acceso a conocimientos y el fortalecimiento de capacidades, en comparación a las generaciones pasadas, con el fin de luchar contra las desigualdades. Al respecto, es tarea pendiente del Estado propiciar que los centros de educación pública cuentan con acceso a Internet, así como a las nuevas tecnologías de la información y comunicación que rodean y marcan sensiblemente no solamente nuestra vida cotidiana, también la inclusión social, laboral y la competitividad del país.
En un mundo cada vez más robotizado, infiltrado por los algoritmos y rodeado de objetos programables, los planes educativos tienen que incluir, a lo largo de la formación de las niñas, niños y jóvenes, acercamientos y clases de programación. Para cosechar los mejores resultados en materia de desarrollo humano, social y económico, una sociedad tiene que contar con una educación de vanguardia.
El acercamiento a la programación y a las TIC desde la educación contribuye a reducir sensiblemente la brecha digital existente. Sin duda, las escuelas públicas, especialmente en ámbitos rurales, tienen necesidades primarias en materia de salubridad y accesos a servicios o materiales básicos. Pero entonces, ¿deberían enseñarse las matemáticas o el inglés hasta que todas las escuelas cuenten con baños decentes y acceso al agua? Las y los maestros también tendrían que recibir capacitación y formación continua al respecto. Sin embargo, se puede implementar, como lo han desarrollado otros países, brigadas especiales de personas capaces de suplir dichas materias escolares de manera puntual; lo que además dinamizaría un sector laborar innovador y de alta productividad para México.
La programación forma parte de uno de los idiomas trascendentes del futuro. La oportunidad reside en pensar en formas de promover el acceso a las nuevas tecnologías y conocimientos desde una visión de corresponsabilidad social, desde un pacto socioeducativo por el futuro, una alianza público-privada en pro de los intereses a mediano y largo plazo de la población mexicana y de la productividad y competitividad del país.
En Europa o en EU, se han firmado pactos estratégicos público-privados con el objetivo de fomentar la enseñanza de la programación y del código informático en las escuelas con las ONG y grandes empresas, como Microsoft y su CodePact Manifiesto, gracias al cual se capacitará a más de 400 000 niñas y niños en un ejercicio piloto; o con la campaña Code.org, que moviliza a personalidades de Silicon Valley en el tema.
Las escuelas privadas también tendrían que asumir un par de esfuerzos en la materia con el fin, no solamente de proponer formaciones de calidad en este aspecto a sus estudiantes, sino también de generar ayuda económica y en especie para el sector de la educación pública, como contraparte de la autorización del Estado de seguir desarrollando sus actividades económicas.
La intensa problemática y urgencia para la educación en México necesita voluntad política, mecanismos innovadores y, sobre todo, una solidaridad nacional robusta y sin excepciones.
*Fundador de Espacio Progresista, A. C. Asesor en estrategias de políticas públicas, incidencia social y cooperación internacional.
@aurel_gt