Este 8 de noviembre se celebra el Día del Urbanismo, una profesión que, de acuerdo con la Facultad de Arquitectura de la UNAM, busca soluciones a los problemas asociados al crecimiento de las ciudades, entre ellos, el diseño del espacio público, el rescate de centros históricos, el mejoramiento de la vialidad y transporte, entre otras tantas cosas.
Una vez hecha esta aproximación, como peatona y ciclista, la parte que más me atrae del trabajo de urbanistas, en últimas fechas, es el concepto que se refiere a urbanismo táctico. Según entiendo, se refiere a las intervenciones que abren la posibilidad de que los espacios sean recuperados o repensados y valorados por la ciudadanía.
Dos ejemplos concretos en la CDMX. El primero, los 30 triángulos de colores que nos dejó el Abierto Mexicano de Diseño 2018, con el trabajo de Espacio Vital, Camina y Pinturas Comex, en el llamado Cruce Latino, justo frente a la Torre Latinoamericana y Bellas Artes, y que hoy funge como una ampliación del paso peatonal.
Mientras que en las avenidas Revolución y San Antonio, Estrategia Misión Cero, con el apoyo de Cemex México, y los colectivos Cultura Vial, Liga Peatonal y México Previene, hicieron una intervención que no sólo pintó el paso peatonal de colores, sino que rememoró algo humanamente básico e importante: que cada uno de nosotros pertenece a una familia y tiene una ocupación en la sociedad.
Sin embargo, el mayor referente que guardo en mi cabeza, y que no me cansaré de mencionar hasta que suceda en la CDMX, es la intervención de street art que realizó el colectivo Boa Mistura en Madrid, el cual simplemente un día hizo de las cebras peatonales los versos más bonitos.
La intervención se llama Madrid, te comería a versos, y con ella los habitantes pudieron leer a pie frases como “Si el mundo está al revés, habrá que buscar cordura”; “Mi alma la tripula el viento de tu respiración”; “Que la línea que más cuides sea la de tu sonrisa”; y mi favorita “Mi más sentido bésame”, porque todos hemos besado a alguien mientras esperábamos en la caja bici-moto, ¿o no?
Ojalá un día esto sucediera en la CDMX, o en alguna otra de las ciudades más pobladas de México, pues a veces nos confundimos y pensamos que algo que entra en el carácter de público, como el espacio público o el transporte público, por ser público, debe ser sucio o feo, pero a la urbe la hacemos todos.
Y es que el gris del pavimento ya es suficientemente hostil para no permitirnos dibujar en él… porque “no hay imposibles, sólo improbables”. Y si te gustó esta columna, no olvides escuchar “Te comería a versos” de Leiva.
*Periodista. Autora de Rodada 2.0, marca que celebra la inclusión de la bici como estilo de vida en todas sus modalidades.
@Rodada2Punto0