POR VALERIA GALVÁN*
No me gustan los tacos de suadero, salvo cuando se trata de tacos ¡Los del Camello! Sí, parece comercial de los años 50, si los tacos de la esquina se hubieran podido anunciar en la TV durante esa época.
Mientras escribo, no puedo evitar imaginarme el comercial sin fotografía HD que interrumpe la novela de las 8:00 protagonizada por un chavito con playera de rayas y pantaloncillos cortos diciendo: “Mamá, no me gustan los tacos de suadero”, para después recibir como respuesta de una mamá comprensiva y sonriente: “No son unos tacos cualquiera, son Los del Camello” .
Mi imaginación de repente se va mucho de paseo y mi comercial sobre tacos termina con una locución comercial típica de aquellos años –“No es cualquier taco, es un taco de suadero, tacos El Camello”–, seguido de un jingle.
Regresando al tema de los tacos. ¿Has imaginado tu vida sin ellos? No hablo únicamente de los tacos, me refiero a la vida sin esa mezcla perfecta entre tortilla, guisado y aceite que tiene un peculiar efecto en las papilas gustativas de cualquier mexicano. Todos amamos la comida rápida típica de puesto.
No hay nada más encantador que unos taquitos después de la fiesta, o la garnacha dominguera de tianguis en compañía de la familia.
La nueva ola de salud y bienestar ha estremecido a la comida rápida de centro comercial. Las franquicias extranjeras han perdido terreno en el campo de opciones de nuestra alimentación; sin embargo, ¿estamos dispuestos a abandonar el exquisito placer de llevarnos a la boca un taco?
Yo no veo que los dueños de los puestos de garnachas suden o se acongojen ante la nueva era de alimentación saluda-sustena-veganable. Definitivamente, la garnacha y la dieta T son culto en nuestro país. Tan culto es, que pocas veces nos detenemos a pensar en las condiciones en las que los puestos de comida operan. Es decir, limpieza, higiene, calidad, etc. Pero pobre de aquel McClonas en donde encuentren una cola de rata o se descubra que los ingredientes están atiborrados de trans-gluten o algo así porque ¡nos puede matar!, ¿no?
Somos un pueblo complejo, y a veces con una especie de “doble moral” que ni nosotros mismos comprendemos o podemos justificar con argumentos sólidos. Algo en nuestro paladar activa en el subconsciente la preferencia por una orden de tacos de canasta de 5 x 20 pesos antes de perder la dignidad con una cajita infeliz.
Un ejemplo son los tacos de El Camello en avenida Camarones. Esos tacos a los que nunca digo no, y no me interesa preguntar de dónde viene la carne. ¿Por qué sólo ahí me gustan los tacos de suadero? Bien dicen que la ignorancia es la felicidad.
Probablemente se debe a la curiosidad que me provoca el bigotazo negro del dueño. Un mostacho presente desde hace muchos años que lo caracteriza por su impecable color que no se ha perdido con el tiempo.
Eso provoca que piense en otro comercial de TV, una narración más o menos así: “Usted, como el Camello, use just for men y nunca perderá el estilo”.
Definitivamente los tiempos cambian, la alimentación también, pero el gusto por el taco y la garnacha ¡es imposible de perder! Sí, podría ser un jingle de comercial de TV.
*Buscadora de historias urbanas de sus contemporáneos millennials. Ponte atento, tu historia puede ser la próxima.
@valeria_galvanl