Desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos se han originado graves tensiones en múltiples materias, siendo una de las principales la comercial. Desde mediados de marzo, el presidente Trump impuso aranceles a los productos importados chinos –alrededor de 60 millones de dólares– por supuestas prácticas ilegales y desleales del gigante asiático. Como contramedida, las autoridades chinas impusieron tarifas de 25 % a la importación de 128 productos estadounidenses, lo que dio inicio a una guerra comercial entre ambos.
En el mismo sentido, el mandatario estadounidense decidió aumentar los aranceles en un 25 % y 10 % a las importaciones de acero y aluminio, respectivamente, bajo el argumento de sanar el enorme déficit comercial, ya que la balanza comercial estadounidense es la más deficitaria del planeta desde hace 40 años (New York Times, 2018). Lo anterior causó gran descontento en sus principales socios comerciales: México, Canadá y la Unión Europea, y como represalia decidieron imponer aranceles a las importaciones de productos siderúrgicos y algunos bienes agrícolas procedentes de Estados Unidos, lo que intensificó aún más la situación.
Sin duda la guerra comercial que ha surgido entre Estados Unidos y sus socios pone en riesgo la economía mundial en su conjunto. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, las tensiones comerciales actuales impactan de manera negativa la confianza de los consumidores e inversionistas, amenazando el crecimiento mundial en el corto plazo. Asimismo, la guerra comercial no sólo interrumpe el comercio, sino que daña la rentabilidad de las empresas que importan insumos y exportan productos, lo que origina que el mismo producto se vuelva mucho más caro para subsanar el costo.
A diferencia de lo que piensa Donald Trump, que las disputas comerciales son buenas y fáciles de ganar, en las guerras comerciales nadie vence; el impacto macroeconómico que generan es muy grave, y los principales afectados son los consumidores debido a que se ven obligados a pagar precios más elevados por los mismos productos.
La estrategia adoptada por Trump ha representado un arma de doble filo para la economía estadounidense, pues si bien busca mejorar su balanza comercial ha ocasionado que muchos sectores en Estados Unidos se vean gravemente afectados, como los productores de carne de cerdo y cítricos.
Lamentablemente, no se ve que esta guerra comercial vaya a decrecer en el corto plazo. En los últimos días, las disputas entre China y Estados Unidos han llegado a tal grado que empresas como Facebook, Google, Apple y Microsoft se encuentran profundamente preocupadas, ya que el mandatario estadounidense piensa agregar a la lista de productos chinos gravados los módems y los routers, lo que afectaría en gran medida el empleo y la inversión en la industria de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
Además, por si lo anterior no fuera suficiente, la guerra comercial no sólo afecta el mercado de bienes y servicios, también al mercado de valores, ya que la confianza tanto de los inversores como de los consumidores se ve reducida, lo que ocasiona un impacto negativo en la bolsa de valores.
Es evidente que Donald Trump no sabe ni de economía ni de historia, ya que a lo largo de los siglos se ha demostrado que en las guerras comerciales todos pierden.
*Asesor financiero especializado en fintech y coaching financiero.
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