El estilo de vida lleva años ligado al poder adquisitivo, y si bien los recursos son un medio con qué acceder a bienes materiales, hay experiencias que no son costeables o, mejor dicho, son invaluables. Un claro ejemplo son las rutas o paseos en bicicleta que dependen de hasta dónde nuestro cuerpo esté dispuesto a dar o nosotros estemos listos para esforzarnos; además, pedalear aumenta nuestra calidad de vida.
Si hablamos de gente que vive para viajar y lo relacionamos con las bicicletas, el ejemplo incuestionable y digno de admiración corresponde a los cicloviajeros. Personas libres, valientes, increíbles y desapegadas que un día toman su bicicleta, casa de campaña, y algunas cosas más, con la finalidad de hacer de su vida un viaje; y que con ruta preestablecida o no, hacen de su rutina una existencia llena de autenticidad.
Uno de mis mejores amigos se fue de cicloviaje. Hace más de un año que se marchó de la CDMX; comenzó su ruta por México, y ahora pedalea entre Estados Unidos y Canadá. Aunque a veces me cruzo con su recuerdo cuando pedaleo por los sitios a los que solíamos ir, no sé si un día decida regresar o si continuemos nuestra amistad. Algo me queda claro: él ya no es quien era, y hay una brecha de experiencias debido a su nuevo estilo de vida.
También hay quienes deciden hacer de su cicloviaje una causa. Por ejemplo, “Abril viaja en bici” desde Oaxaca rumbo al sur del continente, y cuando llegue a Argentina, tomará un barco con el propósito de cruzar el Atlántico rumbo a Sudáfrica. Ella, además de su bici, carga consigo un remolque donde transporta a Gondar, su perro, y en su trayecto comparte actividades con niñas y mujeres, donde platica cómo la bicicleta la ha hecho una mujer más libre y autónoma; y te invita a donar bicis para ellas.
En 2016 conocí a Alan de “Por México en bicicleta”, y aunque actualmente vive en San Cristóbal de las Casas, la última vez que platiqué con él llevaba alrededor de cuatro años viajando en bici y un total de 29 estados pedaleados. Él vive y viaja con Tx, un perrito que adoptó en su paso por Tequisquiapan, y no obstante que su mascota pesa casi nueve kilos, es una compañía que, me dijo, no está en duda.
Si bien con ellos se demuestra que hay gente que vive para viajar, también existimos personas que hacemos de nuestra vida un viaje; desde el momento en que tomamos nuestra bici y nos atrevemos a pedalear barrios que no entran en el estereotipo de lo turístico en nuestra urbe, hasta cuando tenemos un viaje de trabajo y aprovechamos para cargar con nosotros nuestra bici plegable, y en el mejor de los casos, planear unas vacaciones donde sabemos que podremos rentar bicicletas.
Y es que algo es muy cierto: los destinos se perciben a flor de piel si los conoces en bici.
*Periodista. Autora de Rodada 2.0, marca que celebra la inclusión de la bici como estilo de vida en todas sus modalidades.
@Rodada2Punto0